quarta-feira, 19 de março de 2014

Una imagen dentro de otra imagen

Juan Camilo Ocaña Ochoa
(estudiante de Artes Visuales, ITM )

Se ha hecho una imagen luego de un proceso mediante el cual se acababa de fijar otra imagen. Una foto dentro de una foto. ¿Qué contiene la foto que se ha tomado dentro de la foto que se presenta? No se sabe, o no se está totalmente seguro. Se ve una acción: tres figuras, cuya luminosidad resalta sobre un fondo negro, observan a través de una cámara una imagen que no se muestra. La duda surge de no saber qué es lo que ven; aquello que ven es lo que no se muestra, lo que ve el espectador es lo que ellos no ven. 

Fotografía de Luisa Ortiz
Hay aquí un atractivo juego con el contenido de las imágenes. Las figuras de tinte caravaggiesco observan otra imagen (la proyectada por la cámara tras ser tomada), ¿pero qué es lo que ven? ¿Qué es, en últimas, lo que contiene aquel artefacto que interesa tanto a los personajes? De esta escena como tal interesa el suceso por el cual se fijan las dos imágenes mencionadas: la primera no se muestra, pero es posible augurar que está presente por la reacción de los personajes; la segunda es la que tiene en frente el espectador, y se construye por la acción de los personajes en la escena. Es entonces un juego secuencial en el cual una imagen nos lleva a otra, aun cuando desconocemos el inicio de la misma.

Ahora bien, sin conocer aún la imagen tomada por los personajes dentro de la escena (aquella que ellos ven en la cámara), es posible a partir de otra imagen precedente reconstruir el suceso para entenderla mejor. La siguiente, dentro de la misma serie, da a entender que se planteaba un retrato fotográfico. La reacción de los personajes en la primera fotografía se hace más clara, a pesar de que aún no se ve la foto que estos mismos han tomado. La pregunta que surge es, entonces, ¿qué tan necesario resulta conocer la imagen que ven los personajes dentro de la imagen que tiene en frente el espectador para entender lo que ocurre? Si se mostrara, en efecto, la fotografía perdería interés, ya no habría misterio.

Fotografía de Luisa Ortiz

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